martes, 1 de octubre de 2013

Cocina y hornos

Tengo un amigo que es fanático de la cocina. Todo empezó como un hobbie o más bien como una especie de desahogo, porque él llegaba con la cabeza cansada de trabajar, medio agotado, pero descubrió que cocinar le gustaba y le daba energías. Eso sí siempre y cuando lo mantuviera de la misma manera, no hay que romper esa dinámica porque ahí las cosas sí que se complican, cuando se quiebra la dinámica del hobbie. Esto es así, uno encuentra algo que le gusta y como le gusta piensa que puede vivir de eso. Y ahí es donde todo se acaba, porque cuando uno empieza a ejercer algo profesionalmente a veces sólo lo hace para sobrevivir, pierde ese gusto que tenía. Es como el fútbol, por ejemplo, yo nunca podría ser jugador, no tengo las habilidades necesarias para el caso, pero tampoco me gusta jugar en esos partidos donde todos se ponen a gritar y a dar indicaciones, es molesto jugar en un ambiente tal. Más que molesto, es peor que eso. Me dan ganas de decir “chau, me voy”, porque los partidos de fútbol son para divertirse, sobre todo a ese nivel. Nadie es jugador profesional y quien lo es, entonces no juega este tipo de partidos. La cuestión es que para mi amigo todo empezó de la misma manera, como si fuese un partido de fútbol de esos que son para divertirse. Y un día él empezó a cocinar y a divertirse cada vez más cocinando. Y la verdad es que hace platos deliciosos, es todo un cheff, pero desde luego como él no quiere perder ese gusto, solo lo hace dentro de casa. Como esos poetas que no muestran lo que escriben. Tal vez podría ser el próximo Gato Dumas, pero nunca lo sabemos. Hasta se compró hornos especiales, porque la cocina es su lugar en el mundo. Es lo que él ama, con lo que se desconecta y se conecta al mismo tiempo.